viernes, 8 de diciembre de 2017

"El libro de las ilusiones", de Paul Auster

El libro comienza con el reconocido profesor universitario David Zimmer que, tras perder a su esposa e hijos en un accidente aéreo, ha perdido también prácticamente cualquier lazo que le una a la vida. Su existencia se ha transformado en una sucesión de días en los que una botella de whisky es su única compañía. Cuando ya ha perdido cualquier atibo de esperanza de salir de esa situación, y en medio de una ensoñación que hace meses es su estado habitual hay un hecho que cambiará su vida para siempre: una sonrisa se ha dibujado en sus labios.

El culpable de que esa sonrisa se haya producido es el actor de cine mudo Hector Mann, protagonista de la película que en esos momentos se está emitiendo en su pantalla. David, gracias a esa sonrisa, descubre que no todo está acabado en su vida, que hay algo por lo que luchar.

Tras una ardua labor de investigación, descubre pocos datos del actor, el más importante es el hecho de que, en el momento más brillante de su corta carrera, y cuando había cierta incertidumbre por el nacimiento del cine sonoro, Hector desaparece de la vida pública para siempre. Hector Mann se convierte entonces en la razón que hace que David se levante cada día, y tras meses de investigación publica un libro con la historia del artista del que se perdió el rastro hace unas seis décadas y que se convierte en su única biografía. 

Evidentemente es un libro destinado a un círculo muy pequeño de lectores, pero logra el objetivo de asentar a David en su vida, en su día a día. Tras ello recibe otro encargo para traducir la biografía de Chateaubriand, lo que acabará por asentar los lazos que le atan a la vida. Sin embargo, un día recibe una extraña carta, en la que una mujer afirma ser la esposa de Hector Mann y le pide que vaya a visitarla...

Hay autores que poco tienen que demostrar, y Paul Auster es uno de ellos. Es un escritor que no se limita a cultivar su visión de un género, sino que intenta dar vueltas de tuerca a sus heterogéneas temáticas. En "El libro de las ilusiones" nos podemos encontrar muchos libros dentro de un libro. Cada uno de ellos es una delicia para el lector. La pasión, por ejemplo, con la que traduce la biografía de François René de Chateaubriand ("Memorias de ultratumba") nos parece sincera, una pasión del propio autor hacia el legado del autor, político y diplomático francés y la historia (asombrosa) que trae tras de sí. 

Del mismo modo, encontramos otro libro en la manera de narrar todas las grabaciones a las que tiene acceso David de las que se conservan de Hector Mann. Aunque es, sin duda, el "libro interior" más lento de todos los que componen "El libro de las ilusiones" es también una interesante exposición del amor que siente Auster hacia el cine, un amor que lo llevó a realizar el guión de alguna película inolvidable e incluso a sentarse en la silla del director en alguna otra ocasión.

El conjunto de libros que componen la novela que visitamos hoy es, a mi modo de ver, una impresionante muestra de talento, y un valiente planteamiento de un autor dispuesto a arriesgar en lugar de quedarse en la zona de confort, publicando lo que sus lectores desearían que publicase. En mi caso he tenido que detener mis ansias de leer más y más, lo que hizo que disfrutase cada parte como realmente se merece. 

Tal vez al leer esta reseña se creen expectativas difíciles de alcanzar. Es un error. Cada libro es un momento, una forma de leer, un conjunto de sentimientos. Tal vez este libro, de haberlo leído hace tres o cuatro años o lo hubiese hecho de una forma diferente a la que lo hice (la perfecta) no me hubiese calado de la manera en lo que lo hizo. Así que, simplemente, que de esta reseña (y de todas) te quede la sensación de que otra persona opina que es un libro que merece una oportunidad.