martes, 31 de marzo de 2015

Personajes sin nombre

Hemos visto en estas páginas diversas curiosidades que tienen que ver con los personajes que campan por las obras literarias; entre otros hemos visto, por ejemplo, personajes que vieron convertidos sus nombres en varias patologías literarias.

También nos hemos fijado en personajes que resultaron tal acierto que acabaron engrosando las páginas de los diccionarios. En la interminable variedad de personajes que van surgiendo prácticamente cada día, y con ellos nos topamos con nuevas características y clasificaciones posibles.

En las próximas líneas nos ocuparemos de conocer un poco algunos casos de personajes a los que sus creadores decidieron dejarnos con la incógnita del nombre. No son casos comunes, y puede que por diversas causas (el mantener la incertidumbre o incluso el no acertar con un nombre concreto pueden ser algunas) la verdad es que con mayor o menor éxito pasarán a la posteridad con interrogantes como nombre y apellidos.

Para comenzar podemos referirnos a uno de los más estimulantes escritores de la actualidad, que además suele experimentar utilizando diversas técnicas, con mejor o menor resultado. En concreto en la obra que traemos Cormac Mccarthy decidió que no sepamos el nombre de los protagonistas: Padre e Hijo. De hecho, el autor norteamericano llevó más lejos el recurso, y nos privó de conocer el nombre de todos los (escasos) personajes que aparecieron en la novela que le valió para conseguir el Premio Pulitzer (consulta curiosidades sobre el premio Pulitzer aquí), la claustrofóbica y durísima “La carretera”.(reseña de "La carretera" aquí)


Como veremos a continuación, esta curiosa forma de no otorgar nombre a los protagonistas de un libro es usado por autores de diversas nacionalidades y estilos, e incluso un autor con un estilo tan reconocible y con tantos seguidores como el japonés Haruki Murakami (eterno candidato en las quinielas de la prensa para el Nobel de Literatura) echó mano de ello y nos introdujo en su mundo particular de la mano de los dos protagonistas de “El fin del mundo y un despiadado país de las Maravillas”.

Este libro intercala dos historias, la de un hombre que llega a un mundo alejado de la realidad en el que pierde su sombra, y la de un informático que se ve involucrado en una guerra por el control de información. Tanto el hombre sin sombra  como el informático comparten nombre con los protagonistas del anterior ejemplo, es decir, ninguno.

Como no podía ser de otra manera, en España también podemos encontrar uno de esos personajes que permanecen en la memoria del lector aún con la dificultad de clasificarlo por su nombre. El polifacético autor barcelonés Eduardo Mendoza decidió omitir el nombre del personaje protagonista de su segundo libro, la parodia de novelas policíacas o de misterio “El misterio de la cripta embrujada”. En él conocemos al alocado investigador que sale de su sanatorio mental para ayudar a resolver crímenes. Dicho personaje aparece de nuevo en su siguiente novela, “El laberinto de las aceitunas”.

Tras la aceptación del entrañable personaje, Mendoza nos lo volvió a presentar en otras dos ocasiones (“La aventura del tocador de señoras” y “El enredo de la bolsa y la vida”), sin que hasta el momento tengamos noticias del nombre del protagonista, aunque el propio “astuto” detective nos intenta despistar tomando el apellido de su médico (Sugrañes) y diversos nombres de pila.

El siguiente caso que vamos a visitar es probablemente más conocido en nuestro país por la exitosa adaptación cinematográfica que se estrenó en 1999 que por el propio libro. El original autor estadounidense Chuck Palahniuk decidió que su personaje principal no tuviese nombre, y odiase su propio trabajo en una empresa sin nombre; se trata de un hombre desencantado con su existencia, que necesita probablemente de algún tipo de terapia, y que se verá enrolado en el secreto y violento “Club de la lucha”. Tanto autor como película consiguieron convertirse en escritor y obra de culto.

 No es posible determinar si el hecho de la ausencia de nombre pudo  ayudar a que un personaje permanezca en la memoria del lector, o si con un nombre acertado crecería esa aceptación del protagonista. De todos modos es curioso contraponer los personajes sin nombre que hemos consultado con los nombres de personajes inolvidables que forman parte de la historia de la Literatura.