domingo, 19 de noviembre de 2017

"Algo parecido al verdadero amor", de Cristina Petit

Clémentine es una joven inquieta y soñadora que vive en París, y que está sufriendo una etapa en su vida en la que las dudas ganan terreno a la seguridad. Tras heredar por parte de una tía fallecida con la que apenas había tenido contacto un piso, decide trasladarse a vivir allí. Con ella asistiremos a cómo va formando poco a poco su nuevo hogar, en el incomparable marco del típico y antiguo piso de la Ciudad de la Luz. Además, pronto se sentirá parte de una especie de familia que forman los diferentes vecinos que ocupan el edificio en el que está situado.

En la historia de Clémentine tiene una importancia básica la Literatura: por un lado su nuevo hogar está destinado a que sus paredes, cubiertas de estanterías, estén ocupadas por centenares de libros. Por otro lado, el hallazgo de un libro antiguo en un estante que se encontraba ahí antes de su mudanza hará que tenga que entrar en contacto con Albert, el propietario de ese ejemplar que resulta ser muy importante para el joven. Además, nuestra simpática y decidida protagonista pone todos sus sentidos en desarrollar una nueva profesión u ocupación que tiene mucho de vocación y que que ella llama Libroterapia, y que consiste en escuchar a personas con dificultades de relación (en su mayor parte niños) y recomendarles lecturas que pueden ayudarles a expulsar sus sentimientos negativos.


A este atractivo argumento hemos de añadir la importancia que tiene en la trama el libro que es la sensación de la temporada en su país: "Fábula en París"; la historia de este libro trata sobre un encuentro casual en el metro entre un escritor y una joven de la que se enamora y que consigue con su delicadeza quedarse en el corazón de la mayoría de sus lectores. En el caso de Clémentine, además, al cerrar el libro tiene la extraña sensación de sentirse identificada totalmente con lo que sucede en el libro.

Es curioso cómo decidimos iniciar la lectura de un libro (o incluso puede decirse que a veces un libro decide que seamos uno de sus lectores) pero con "Algo parecido al verdadero amor" la imagen de la portada fue la que me llamó la atención. Probablemente a muchas personas esa fotografía no le diga nada, pero a mí me predispuso totalmente por el amor por los libros que destila. Una vez la novela obtuvo mi atención se sumó el atractivo título, un argumento sin complicaciones y el hecho de que el momento elegido era el marco perfecto para iniciarlo.

Y todo ello en su conjunto me trajo a esta obra en la que encontré personajes tiernos y muy humanos, pensamientos que no esperas encontrar a priori en un libro catalogado como "romántico" y que aportan mucho peso a la lectura. Además, el hecho de leerlo de la forma en la que lo he leído, la que he descubierto que me hace disfrutar como nunca de los libros (a sorbos, sin precipitación, dando la importancia necesaria a cada par de capítulos) hizo que ganase muchos enteros. El optimismo que vemos en cada página es capaz de dibujarnos una sonrisa en la práctica totalidad de la lectura. Y la empatía que sentimos por la mayoría de los personajes hace que sea un viaje muy agradable el pasar una página tras otra.


Hay libros que se juzgan por diversas e interminables razones: en la mayor parte de las veces por su calidad a la hora de ser escritos, en otras ocasiones es su historia la que otorga puntos a la lectura, tal vez por su relevancia o por su simbolismo... En fin, hay muchas maneras de juzgarlos. Hay libros a los que se puede pedir mucho, y libros a los que no se puede exigir nada. "Algo parecido al verdadero amor" era una historia de la que suponía obtendría mucho menos de lo que me aportó finalmente y me parece que es un libro no para juzgar, sino simplemente para sentir y disfrutar.